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v08/02/2024

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INFORMACIÓN AGRO METEREOLÓGICA

Los vientos del trópico continuarán dominando, con un foco de calor extremo.

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Se producirán precipitaciones de variada intensidad con registros moderados abundantes, y posibles focos de tormentas en la mayor parte del área agrícola, mientras que los vientos del trópico continuarán dominando, con un foco de calor extremo, sobre el norte del área agrícola.

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v17/01/2024

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INFORMACIÓN AGRO METEREOLÓGICA

Los vientos del norte retornarán provocando temperaturas muy elevadas

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El paso del frente de tormenta producirá lluvias abundantes en el centro del NOA. Asimismo, los vientos del norte retornarán provocando temperaturas muy elevadas en el norte y oeste del área agrícola.

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v01/01/2024

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INFORMACIÓN AGRO METEREOLÓGICA

Precipitaciones de variada intensidad, finalizando con marcado descenso térmico

Lluvias de variada intensidad, con sus mayores registros en el norte del área agrícola y valores de menor entidad sobre el resto. Asimismo, arribará una vigorosa masa de aire polar que provocará temperaturas bajo lo normal en la mayor parte de la región.

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Clima: proyecciones para los años que vienen
cra.org.ar

El especialista del INTA, Gabriel Rodríguez, brindó una charla en CRA y expuso proyecciones de cara a fin de siglo por región y por producción.

El clima siempre ha sido un factor de riesgo para el sector agropecuario, y se verá potenciado por el cambio climático. De acuerdo con Gabriel Rodríguez, especialista en cambio climático del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), las proyecciones climáticas para lo que resta del sigo XXI difieren según dos factores: "El primero son los escenarios socioeconómicos que puede seguir la sociedad en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el segundo, al modelo climático que se utiliza para realizar estas proyecciones".

En cuanto a los escenarios de emisión GEI, Rodríguez indicó que suelen analizarse escenarios más positivos que consideran que la sociedad, siendo consciente de la problemática y los efectos adversos del cambio climático, reduce sus emisiones de gases. Pero también se plantea otro escenario más negativo en el cual las emisiones continúan al mismo ritmo. "De acuerdo a qué escenario de emisiones se utilice, los incrementos en la temperatura y los disturbios en la cantidad y los patrones de precipitación serán diferentes", indicó.

A nivel nacional, "en promedio se espera que las temperaturas medias aumenten hacia fin de siglo entre 2 y 4ºC. En el caso de las precipitaciones se evidencian dos situaciones, presentando las zonas de Cuyo y Patagonia una reducción en las precipitaciones anuales de hasta el 20%, mientras que en las otras regiones del país se esperan incrementos de las lluvias anuales de un 20%", comentó el investigador.

Para el caso específico de la región pampeana, hacia fines de siglo (período 2070-2100) se esperan incrementos de la temperatura máxima (2 a 2.5ºC) en toda la región, principalmente en el otoño para el escenario más benigno y se esperan cambios más importantes para el escenario más pesimista llegando a aumentos de hasta 6ºC hacia el noreste durante el otoño. En la primavera y verano se esperan aumentos superiores a los 2.5ºC. Con respecto a la lluvia, se esperan incrementos marcados en las precipitaciones de primavera-verano de hasta el 60%, y reducciones de hasta el 30% durante el invierno para el escenario más pesimista.

Su efecto en los cultivos

El cambio climático impacta de forma directa en los cultivos extensivos a través de la modificación de la productividad, y en forma indirecta a través del aumento de la presión de malezas y plagas. En lo referente a la productividad el impacto estará determinado por el balance entre los beneficios obtenidos en la eficiencia de la fotosíntesis por el aumento en la concentración de CO2 en al ambiente, el aumento o disminución del agua disponible y el efecto del aumento de la temperatura. De acuerdo con Rodríguez, "los cultivos de trigo y soja se ven más favorecidos que el maíz por el aumento en la concentración de CO2".

Para la región pampeana se estima que en promedio los rendimientos de los 3 principales cultivos se incrementarán hacia fin de siglo en el escenario más pesimista de emisiones GEI. En el caso del trigo se esperan incrementos del 4% en el promedio regional; sin embargo, hay zonas donde los rendimientos disminuirán (provincia de Córdoba y una franja del Oeste de la provincia de Santa Fe).

En el maíz el incremento promedio es del 5.5%, pero son mayores en el centro-suroeste de la provincia de Buenos Aires con un rango entre el 20 y 40% y disminuciones importantes para toda la provincia de Córdoba con un gradiente Norte-Sur que oscila entre -40 y -10% de rendimiento. En la provincia de Santa Fe el gradiente es menor variando entre 10 y 20% de disminución en los rendimientos.

"Estos efectos se dan principalmente porque el aumento de las precipitaciones no llega a cubrir el aumento en el requerimiento de agua para transpiración por el elevado incremento de la temperatura (3.5ºC). Este aumento de temperatura también tiene impacto en la duración del ciclo del cultivo acortando la floración entre 9 y 12 días con el consecuente efecto sobre el numero potencial de granos en la espiga", explicó Rodríguez.

En el caso del cultivo de soja, por sus condiciones de metabolismo y su amplia plasticidad se verá ampliamente favorecido con incrementos de rendimiento superiores al 50%, principalmente explicados por el aumento de la disponibilidad hídrica para el mes de febrero (50-70% mayor precipitación) coincidente con el período de máximos requerimientos del cultivo.

El manejo del riesgo

Dada la gran diversidad de climas, suelos y producciones agropecuarias "es casi imposible encontrar un productor que no esté expuesto al riesgo climático", afirmó Rodríguez. El mismo puede deberse a pérdidas por heladas, sequías, inundaciones, granizo, vientos fuertes, etc. "La incidencia de estos factores, tanto en frecuencia como en intensidad debe ser identificada, evaluada y cuantificada para diseñar estrategias que permitan minimizar o transferir este riesgo. Es importante tener presente que los riesgos no pueden ser eliminados, pero si pueden ser reducidos y manejados".

Como ejemplo, Rodríguez citó el caso del riesgo asociado al fenómeno de El Niño: utilizando los pronósticos estacionales y sabiendo que durante los años Niño/Niña las precipitaciones tienden a estar por encima/debajo de lo normal pueden plantearse ajustes en la fecha de siembra, la densidad, la distancia entre plantas o incluso la especie a sembrar de acuerdo al pronóstico climático o bien contratar un seguro agrícola de forma de poder transferir parte del riesgo financiero hacia la aseguradora.

"La mejor estrategia de adaptación consiste en saber adecuarnos a la variabilidad climática a la que actualmente estamos expuestos, así estaremos mejor preparados para cuando lleguen los efectos del cambio climático", aseguró el especialista.

El sudeste de Sudamérica es una región con una elevada variabilidad interanual. Las medidas de adaptación pueden incluir medidas de largo plazo como obras de infraestructura hidráulica y también simples medidas de cambio en diferentes opciones de manejo de los cultivos. "Siempre lo importante es poder contar con la mayor cantidad posible de información y productos climáticos modernos e integrarlos en sistemas de apoyo a la toma de decisiones". En este sentido, concluyó diciendo que "una necesidad fundamental para la adaptación al clima consiste en el desarrollo de la capacidad de los usuarios (productores y encargados de delinear políticas agropecuarias) de entender y utilizar la información climática".

Contra la incertidumbre

"Todas estas estimaciones tienen un elevado grado de incertidumbre generado no solamente por la imprecisión sobre cómo evolucionará la sociedad, los errores que poseen los modelos climáticos al simular el clima o cómo serán las variedades y/o manejos que se utilizarán en el futuro", especificó el investigador. Ahora bien, para minimizar esta incertidumbre los especialistas estudian el comportamiento del clima en el pasado, monitoreando el clima presente a través de redes de estaciones y radares meteorológicos o sensores remotos. Toda esta información se integra a modelos de impacto, a los sistemas de ayuda y a la toma de decisiones.
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Cambio climático
Maíces con menos aceite, por golpes de calor
Juan Manuel Repetto
sobrelatierra.agro.uba.ar

Una investigación de la FAUBA determinó que las temperaturas extremas, producto del cambio climático, no sólo afectan los rindes del cultivo, sino también su calidad. Advertencia para productores agrícolas y ganaderos, y para la industria.


(SLT-FAUBA) Los golpes de calor son un fenómeno cada vez más frecuente del cambio climático, caracterizado por temperaturas extremas que duran un breve intervalo de tiempo y pueden poner en jaque a la agricultura. En el caso del maíz, pueden provocar pérdidas totales de rendimientos cuando ocurren en torno a la floración y de 50% cuando afectan el llenado de los granos. También comprometen la calidad, un aspecto no advertido hasta ahora y que alerta a los productores y a la industria.

Encontraron caídas de hasta 50% en el tamaño de los granos, que retrajeron el rendimiento del cultivo de manera directa, y observaron cambios en la composición química y en diversos parámetros de calidad asociados a la industria.
“En el llenado, los genotipos más susceptibles a modificar el tamaño de sus granos ante los golpes de calor también fueron los más afectados en términos de composición química y calidad industrial. Uno de los rasgos más comprometidos fue la acumulación de aceite”, afirmó Luis Mayer, quién investigó al respecto durante el doctorado que realizó en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), donde además fue docente de la cátedra de Producción de Vegetal.

La información generada por este estudio resulta de interés para los agricultores, así como para los productores ganaderos (porque sus animales podrían consumir un alimento que no se ajusta a la dieta prevista si los granos provienen de cultivos expuestos a temperaturas extremas) y para la industria, porque podría afectar el rendimiento o el valor comercial de los productos derivados de la molienda.

Mayer continúa avanzando en sus investigaciones desde la Estación Experimental Agropecuaria del INTA San Luis. En esta provincia los golpes de calor son habituales e incluso ocurren en combinación con períodos de escasas precipitaciones, lo cual hace peligrar la producción agrícola. Por esta razón amplió los estudios a otros cultivos como soja, sorgo y maní.

Rendimiento y calidad

La investigación de Mayer continúa una línea de trabajo de la FAUBA comenzada por María Elena Otegui, Gustavo Maddonni y Juan Ignacio Rattalino Edreira, quien estudió el impacto del estrés térmico sobre el rendimiento del maíz cuando sucede en la etapa más crítica del cultivo, centrada en la floración. Mayer abarcó un período más tardío: el llenado de los granos.

“Nuestro interés era evaluar el impacto de las temperaturas superiores a los 35 grados centígrados en el período de llenado sobre el tamaño de los granos y su calidad”, explicó al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra, y aclaró que si bien ya existía literatura al respecto, hasta entonces los estudios sólo se habían abocado a plantas aisladas o en condiciones controladas.

Para los ensayos realizados en la FAUBA se construyeron invernáculos equipados con caloventores y sensores de temperatura para generar un calentamiento artificial en condiciones a campo.
Los ensayos de Mayer se repitieron durante las campañas 2009/2010 y 2010/2011, en un predio experimental de la FAUBA. Un aspecto novedoso de la tesis fue la metodología empleada: “Construimos pequeños invernáculos equipados con caloventores y sensores de temperatura para generar un calentamiento artificial en condiciones a campo, tratando de reproducir un golpe de calor verdadero”.

Al estudiar el impacto del golpe de calor encontraron un efecto negativo sobre la duración del crecimiento de los granos de todos los genotipos, y en especial cuando ocurrían durante el llenado temprano. Los genotipos más sensibles resultaron ser los convencionales (semidentados). En cambio, los maíces flint o colorado duro (del cual se obtienen los copos para desayuno, cornflakes) y pisingallo (del cual se obtienen los pochoclos) mostraron una mayor estabilidad.

Las caídas fueron de hasta un 50% del tamaño de los granos, que retrajeron el rendimiento del cultivo de manera directa, y se observaron cambios en la composición química y en diversos parámetros de calidad asociados a la industria.

Ante el calor extremo los granos de los genotipos convencionales no sólo experimentaron las reducciones más notorias de tamaño, sino también las alteraciones más drásticas de calidad, con una reducción en la concentración de aceite. No obstante, aumentó la concentración de proteínas. “Observamos decrementos de hasta 1,5 puntos porcentuales en la concentración de aceite del maíz y aumentos de hasta 2 puntos porcentuales en la de proteínas”, especificó.

Implicancias ganaderas e industriales

La baja en la calidad del maíz podría afectar la productividad ganadera.
“Si un productor destina a la alimentación de sus rodeos granos de cultivos que estuvieron expuestos a temperaturas extremas, los animales probablemente van a consumir más proteína pero con un contenido lipídico menor. Eso puede tener implicancias en la productividad ganadera. Mientras tanto, el productor paga por el maíz el precio de un commodity, aunque su calidad sea distinta”, dijo Mayer, y advirtió que la digestibilidad de ese maíz podría ser baja.

molienda maiz
Las temperaturas extremas también podrían afectar la calidad de los granos que se destinan a la industria.

La industria también podría verse afectada: “En la molienda seca de granos de menor tamaño y dureza, separar el embrión (donde se acumula el aceite) del endosperma (donde se acumulan el almidón y las proteínas) podría ser una tarea dificultosa e ineficiente. Las partículas de endosperma obtenidas podrían llegar a tener un tamaño menor al deseado y contener trazas de aceite y otros componentes del grano que alteran su pureza, con una baja en la calidad comercial de los productos derivados. Además, la baja concentración de lípidos de los gérmenes de este maíz implicaría un volumen inferior de aceite extraíble”.

“Para la industria es importante realizar un análisis exhaustivo de la calidad de los granos previo a su recepción, sobre todo cuando está dispuesta a pagar un precio adicional por un maíz, como el flint o el pisingallo, cuya calidad es constitutivamente elevada, pero que por la incidencia de temperaturas extremas pudo haberse deteriorado”, dijo el investigador.

Cambios de manejo

Mayer explicó que los productores cuentan con alternativas de manejo para mitigar los efectos de las altas temperaturas sobre los granos.

Mayer se refirió a las prácticas de manejo disponibles para los agricultores. En ambientes donde no existen restricciones ambientales más fuertes que los golpes de calor, las estrategias más conocidas son el escape y la tolerancia.

El escape consiste en elegir una fecha de siembra que, según el genotipo, impida la coincidencia del periodo de mayor susceptibilidad del tamaño y calidad de los granos (el llenado temprano) con la época de mayor probabilidad de ocurrencia de los golpes de calor (diciembre y enero).

La estrategia de tolerancia se relaciona con la genética, optando por la siembra de materiales cuyo tamaño y calidad de los granos tengan menor susceptibilidad al estrés por calor.

Nuevos ensayos

Las investigaciones continúan en San Luis, sobre condiciones ambientales reales y nuevos cultivos, como soja, sorgo y maní
Mayer continúa evaluando el impacto de los golpes de calor sobre los cultivos extensivos en la provincia de San Luis. En esta región son frecuentes las temperaturas mayores a 35 grados durante el ciclo del maíz y los golpes de calor ocurren espontáneamente durante el verano.

A diferencia de sus investigaciones anteriores, está trabajando sobre condiciones ambientales reales y abarcando cultivos de soja, sorgo y maní. “Durante el doctorado evaluamos la temperatura de forma aislada, dejando a un lado otros factores de estrés, como el hídrico y el nutricional. Los cultivos se fertilizaban y regaban para asegurar óptimas condiciones de crecimiento, más allá de la aplicación de los tratamientos de calentamiento”, dijo, y explicó: “Ahora lo estamos estudiando bajo condiciones reales de crecimiento, con las tecnologías más usadas por los productores de la zona”.
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“El suelo no absorbe el agua”
adnrionegro.com.ar

(Darío Aranda-Página/12).- Una decena de provincias con inundaciones y emergencia agropecuaria, pérdidas millonarias y pedidos de ayuda al Estado. Esteban Jobbágy, investigador de la Universidad de San Luis y del Conicet, aporta un elemento invisibilizado: la poca capacidad del suelo de absorber agua y su relación con el uso del suelo (modelo de agronegocio mediante). Alerta de que, debido al avance de algunos cultivos, las napas freáticas suben y las inundaciones son (y serán) cada vez más frecuentes. Otro factor: en Argentina se desmontaron 2,4 millones de hectáreas en los últimos 10 años.

“El actual modelo agropecuario produjo que lugares que antes ya se inundaban ahora lo hagan más seguido, y zonas que no se inundaban, ahora comiencen a hacerlo”, explicó Jobbágy, del Instituto de Matemática Aplicada de la Universidad de San Luis (IMASL), del Grupo de Estudios Ambientales e investigador del Conicet. Hace 15 años trabaja en la capacidad del suelo de retener agua. Señaló que las inundaciones no dependen sólo de la lluvia, sino también de cuánto absorben los suelos y su directa relación con la capa freática (acumulación de agua subterránea).

“El manejo de cultivos tiene un impacto mayor en el comportamiento freático de lo que hoy se acepta en la región pampeana”, alertó en 2009, en un panel del Congreso de la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid), empresarios impulsores del modelo transgénico.

Explicó que las inundaciones se deben al ingreso de agua “en el sistema” (ambiente) y las pérdidas-egresos por evaporación (muy reguladas por la vegetación). “El uso de la tierra afecta el régimen de inundaciones”, afirmó Jobbágy, que es ingeniero agrónomo y doctor en biología. Un sólo cultivo anual (por ejemplo, soja), evapora mucho menos que otros cultivos y produce mayores excesos hídricos (y la napa se sitúa más cerca de la superficie).

Jobbágy aclara una y otra vez que no se trata sólo de la soja –que en Argentina abarca casi el 60 por ciento del área cultivada– sino que hay que apuntar al modelo agropecuario, que avanzó hasta zonas impensadas, ocupó espacios de pasturas destinados a ganadería y arrasó millones de hectáreas de monte nativo. Según el último informe de Greenpeace (2016), en Argentina se desmontaron 2,4 millones de hectáreas desde 2007 (cuando se aprobó la Ley de Bosques, que debiera proteger el monte nativo).

Río nuevo es el nombre del documental científico realizado en 2016 por Jobbágy y su equipo de investigación. “El árbol es una bomba extractora de agua”, resume en el documental Ernesto Viglizzo, investigador del INTA y del Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales de La Pampa. Y lo desarrolla: el árbol toma agua de la napa y logra mantenerla baja. Cuando el árbol ya no está, nadie cumple la función de “bomba extractora” y la napa comienza a subir, se acerca a la superficie. En la primera lluvia fuerte, el suelo ya no absorbe y la inundación es un hecho.

“Ya hay cuatro ríos nuevos en San Luis y uno en Córdoba”, precisó Jobbágy y advirtió: “Las inundaciones serán cada vez más seguidas y más intensas, aun si las lluvias se mantienen estables. Y claro que será peor si, como muchos investigadores señalan, aumenta el régimen de lluvia”.

El documental centró su investigación en Villa Mercedes (San Luis) y puede ser extrapolado a lo que sucede en otras regiones. Publicaron 20 artículos científicos sobre el tema y confirmaron situaciones similares en Buenos Aires, Santiago del Estero, Córdoba y Mendoza. El ascenso de la napa es tal que confirma la existencia de nuevos ríos, primero pueden ser “brazos” de los ya existentes, también lagunas que crecen, napas que llegan a la superficie. Brindan testimonios productores que tenían la napa a siete metros de profundidad, y hoy la sufren a 60 centímetros. “Esto recién comienza”, alertó Mario Galván, del INTA San Luis.

En mayo de 2015, Jobbágy fue uno de los disertantes del “Simposio Fertilidad”, patrocinado por grandes empresas del agronegocio. “En la región pampeana, los niveles freáticos más elevados, la menor capacidad de albergar excesos de lluvia y, por lo tanto, los anegamientos e inundaciones más frecuentes son el problema principal”, afirmó.

Aseguró que el avance del modelo agropecuario “generó excesos hídricos sostenidos y lo que en un principio se atribuyó exclusivamente a las fluctuaciones climáticas (lluvia), hoy aparece también vinculado a los cambios en el uso del territorio”. Citó como ejemplo la situación en Marcos Juárez (Córdoba), donde se pasó de la napa freática a 10 (en los años setenta) a los últimos años, y donde hay “lotes que se inundan por primera vez en la historia”.

En un artículo conjunto (con Marcelo Nosetto, Raúl Giménez y Jorge Mercau) para la Facultad de Agronomía de UBA, Jobbágy fue más allá: “En poco tiempo, las napas a menos de 50 centímetros de la superficie y un número creciente de zonas encharcadas y lagunas podrían poner en jaque la producción agropecuaria”. Citó como ejemplos zonas de La Pampa y Córdoba. Y precisó con números para la Pampa Húmeda: las pasturas transpiran (“evaporan”) 1.075 milímetros de lluvia al año, mientras que cultivos como soja y maíz de primera sólo transpiran 680 mm. “Estas diferencias en la transpiración inclinan la balanza hacia la ocurrencia de excesos hídricos (inundaciones) como consecuencia de la agricultura continua”, alertó.


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