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Un año complicado: Legumbres: con retenciones y sin reintegros
Adrián Poletti | clarin.com
Se dificulta el futuro próximo de actividades que emplean mano de obra intensiva.
Reconociendo que el gobierno actual dio un fuerte impulso al sector legumbrero y a muchas
de las especialidades que lo integran, la realidad es que las retenciones lo han castigado
en forma importante. Digamos que generan un daño grande porque están aplicadas de la
misma manera que en los commodities, los cuales se caracterizan por tener una diferencia
menor respecto de las legumbres, entre el precio que recibe el agricultor y el valor de
exportación.
Es que en estos cultivos que llamamos especialidades hay una cantidad de costos que se
generan entre el precio que recibe el productor en la puerta de la planta de
procesamiento, y el precio de esa misma mercadería ya en puerto. Son varios los trabajos
como por ejemplo el embolsado que llevan elevada aplicación de mano de obra, y que
generan esta diferencia de valores.
No olvidemos que en el sector de especialidades y de acuerdo con estimaciones, se genera
un puesto de trabajo por cada 1.000 toneladas exportadas, y ello resulta bastante más que
el puesto generado por el sector de commodities cada 15.000 toneladas exportadas. Otra
diferencia, es la mayor cantidad de servicios requeridos por los cultivos especiales
respecto de los commodities.
Todo ello hace que poner el mismo esquema de retenciones al cultivo especial, conduce a
que queden pocas o ninguna chance de mantener en producción estas actividades,
especialmente en aquellas de menor valor de exportación.
En estos últimos casos, el valor de los servicios que forman en precio FOB puede rondar
el 40 al 50%. Siendo la mayoría de las compañías que operan empresas Pymes, es
prácticamente imposible reducir el costo de dichos servicios en la proporción que lo
hace la retención, con lo cual el impuesto termina siendo un ítem más de costos a
descontar del valor FOB recibido por el exportador y liquidado al productor. Por lo que,
con el esquema actual, se carga el impuesto sobre el precio final que recibe este último.
En otras palabras, se pagan retenciones sobre todos los servicios que se precisan desde
que el productor deja la mercadería en la puerta de la planta de proceso y su llegada a
puerto. Por lo tanto, muchos de estos cultivos tienen puesto el respirador artificial y
difícilmente puedan ser sembrados la próxima campaña de no ocurrir un cambio en el
nivel del impuesto en las actuales circunstancias de mercado.
Para ser más gráficos, podemos estimar que el mercado de legumbres y maíz pisingallo
mueve alrededor de 700 millones de dólares al año. Con 4 pesos de retención se aportan
unos 77 millones de dólares de retenciones, tomando en cuenta un tipo de cambio de $36.5
por dólar. Si se bajara de 4 pesos a 3 pesos, por ejemplo, el Estado dejaría de recaudar
no más de 20 millones de dólares.
Y al sector le cambiaría completamente el panorama, debido a que, según el valor del
cultivo y el nivel de costos intermedios que tenga, permitiría aumentar el valor recibido
por el productor entre U$S 11 a U$S 25 por Tonelada (TN), lo que hace en muchos casos la
diferencia entre poder llevar adelante la producción o directamente desestimarla. Ahora
esos U$S 20 millones tienen una capacidad de daño potencial de U$S 200 millones que
corren peligro de dejar de ser exportados, debido a la posibilidad de no tener la
producción para hacerlo.
La incidencia de las retenciones en el precio que recibe el productor es alta, pero se
diluye a medida que aumenta el precio del producto. Esta situación complica fuertemente
haciendo inviables a los cultivos baratos. Es decir, el año próximo serian
inviables las producciones de arveja y de garbanzo de no aumentar su precio en el mercado
internacional.
Asimismo, se verán bastante complicadas las producciones de maíz pisingallo y de poroto
negro de no aumentar el precio de cada uno de ellos, que en la actualidad ronda los 500
dólares la tonelada FOB. La arveja precisamente está en 350 dólares la tonelada FOB, en
tanto que el garbanzo tiene un precio de 540 dólares la tonelada FOB, el maíz pisingallo
490 dólares la tonelada FOB, y el poroto negro 490 dólares la tonelada FOB.
En tal situación, al eliminar los reembolsos y duplicar las retenciones respecto de los
valores que se tenía en el 2015 da como resultado que todas los cultivos antes
mencionados resultan inviables en cuanto a su producción, por lo que se encaminara hacia
una feroz reducción de área de siembra de cara a la próxima campaña.
La cuestión del P x Q Todo aquel que tiene un comercio sabe que sus ingresos dependen de
dos variables. Precio: P y Cantidad vendida o producida: Q. El estado nos saca P, pero al
carecer de una ley de semillas que permita desarrollar una base genética competitiva no
nos deja aumentar el Q producido. Esto complica más aún el panorama, ya que no tenemos
herramientas que permitan aumentar la cantidad producida. Garrote y chirlo.
Los cultivos especiales, en comparación con los commodities, son evidentemente cultivos
de menor cuantía a nivel macroeconómico general, pero en forma regional son sumamente
importantes dado el poder que tienen de generar mano de obra en la zona de producción.
Basta recordar lo que ocurrió en el NOA con la sequía del año 2013 y las consecuencias
sociales que eso tuvo.
Ni hablar de lo que puede ocurrir en el sur de Salta y norte de Córdoba durante los meses
de verano si la producción de garbanzo se ve comprometida, más allá de la perdida de
mercados externos.
Todo esto por una diferencia de U$S 20 millones
No suena demasiado lógico que
digamos, cuando el estado decide que sean, por ejemplo, los contribuyentes y no los
consumidores, los que abonen una cuenta de U$S 500 millones a compañías energéticas en
compensación por una diferencia del tipo de cambio, cuando esas mismas compañías
podrían haberse arbitrado en el mercado de dólar futuro del Rofex y haber evitado o
minimizado de esa forma, el daño que les generó la fuerte devaluación sufrida en los
últimos meses.
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